No, el problema no es El Juego del Calamar. La polémica está servida -y no creo que sea casualidad-, incrementando la audiencia de la que es la serie del momento.

 

Yo la he terminado esta semana, y como persona adulta que soy, puedo decir que me ha gustado bastante. No solo en la parte estética, en la crítica de fondo o en los giros de la trama; no, sino en la transformación del personaje protagonista, que me ha impactado profundamente.

 

Si todavía no sabes de qué va, te resumo que se trata de una serie de ficción donde un grupo de personas arruinados por diferentes motivos, son reclutados para jugarse la vida, literalmente, y optar a un premio millonario. Las pruebas que deben pasar están basadas en juegos clásicos infantiles típicos de Corea, en su versión más macabra, eso sí.

 

 

No, no es una serie de niños

 

Creo que no hace falta que yo lo diga. La serie es bastante dura y no apta para ojos sensibles. ¿Y qué hay más sensible que la mirada de la infancia?, de esa infancia que está “por hacer”, de esos cerebros inmaduros que aún no distinguen la realidad de la ficción. Por lo tanto, no es tanto la serie el problema, como lo es a qué tipo de contenidos están accediendo los niños de hoy en día.

 

Videojuegos de moda, series no recomendadas para su edad, películas poco apropiadas y, no olvidemos la cantidad de contenidos que corren sin freno por redes sociales como TIKTOK. Niños y niñas que aún no tienen edad para usar estas plataformas y que están ahí sin supervisión de un adulto. No, no son solo bailes más o menos inocentes. Tampoco lo es tener las noticias de fondo contando sucesos tras otros o programas donde las faltas de respeto a grito pelado o las infidelidades son el pan nuestro de cada día.

 

Que en los patios se recreen juegos de la serie coreana no es de extrañar. Porque yo, sin necesidad de ver la serie, solo con los vídeos que me saltaban en redes, ya había destripado la mitad de las pruebas que aparecen en la misma. El juego de la galleta se comparte como la espuma, receta incluida. Luz verde, luz roja es otro de los trends que han dado lugar a miles de parodias de la serie. Un montón de influencers y streamers de moda hablando de la serie. Memes que circulan sin cesar… ¡cómo para no saber de qué va!

 

 

Pero hay esperanza

 

Hay esperanza en dos sentidos. Uno, para los que sí hemos visto la serie y nos hemos emocionado viendo cómo el personaje principal, a pesar de sus errores, continúa fiel a sus principios capítulo, tras capítulo.

 

*Alerta de spoiler en todo este párrafo: se trata de un personaje que era igual de infeliz al principio de la historia estando en números rojos, que al final con el bolsillo lleno. De hecho, se contempla un vacío aún mayor siendo millonario; tras todos los acontecimientos, está “muerto en vida”. Y es que el ser humano es mucho más, su propósito en la vida no es pisar al otro o tener más, no reside en la competición o en el dinero. No es lo que tienes, es lo que eres.

 

Y esperanza también hay si la polémica ayuda a poner de manifiesto la necesidad de que madres, padres y educadores en general, supervisemos los contenidos a los que los menores tienen acceso.

 

Ahora bien, creo que en el caso de los adolescentes, puede llegar a ser un recurso para reflexionar y debatir junto a ellos sobre muchas cosas:

 

  • El concepto del éxito
  • El consumismo desorbitado que lleva al ser humano a atentar contra sí mismo
  • La importancia de ser fiel a unos principios y una ética
  • Las consecuencias de la ludopatía y de las adicciones en general
  • El valor de cuidar de la familia, por encima de todo (véase el trágico final en el reencuentro con su madre)
  • La degradación del ser humano cuando prima lo que tienes por encima de lo que eres

 

 

 

 

Otras series de moda

 

Tengo que decir que me he visto unas cuantas. Y me da miedo lo que reflejan muchas de ellas. Sobre todo en temas tan sensibles como la sexualidad. Si en mi época, las críticas se dirigían a la mítica serie Compañeros porque los protagonistas mantenían relaciones, lo de Élite, por poner un ejemplo, es ya es otro nivel, donde se normaliza el sexo grupal sin un poquito de respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

 

Me preocupa pensar el nivel de influencia que estos contenidos pueden producir en las nuevas generaciones. Más aún si no conseguimos conectar con nuestros hijos porque nosotros también estamos distraídos en demasiadas cosas. Nos necesitan PRESENTES, no solo físicamente.

 

No quiero que mi hijo se quede aislado

 

Esta es una de las frases que se escuchan entre madres y padres que deciden, por ejemplo, dar luz verde a sus hijos para jugar a videojuegos que están catalogados para su edad: “Es que todos sus amigos juegan y él se quedaría aislado”.

 

Creo que la prohibición porque sí genera más deseo. En eso estamos de acuerdo. Pero si la mayoría pusiésemos como límite la edad recomendada de series, películas y videojuegos, otro gallo cantaría. Y el aislado sería el que juega, no los que no lo hacen.

 

Se me ocurre que, además de para localizar una chaqueta perdida o para preguntar los deberes que hay para el fin de semana, los famosos chats de padres también sirvieran para ponernos, en la medida de lo posible, de acuerdo, con respecto a los contenidos que consumen nuestros hijos e hijas.

 

Conclusión

 

En definitiva, no, no podemos aislar en una burbuja a nuestros hijos e hijas. Como decimos en nuestras formaciones, nuestro objetivo ha de ser prepararles para la vida. Y, aunque la vida no es de color de rosa, hay contenidos que deberían no estar a su alcance hasta que tengan la madurez suficiente para entenderlos y para tener un criterio propio. Pero, por favor, insisto, no nos quedemos en la anécdota y procuremos hacer una reflexión que vaya más allá del “mi hijo eso no lo ve”, “el mío sí lo ha visto” y centrémonos en lo importante: no delegar el aprendizaje de valores fundamentales que deberían emanar de la familia, en manos de terceros.

 

Nuestros hijos e hijas, niños y adolescentes, necesitan que estemos presentes; merecen que estemos ahí, igual que no les dejábamos cruzar la calle solos hasta que estuvieron entrenados por nosotros.

 

Ahora ya sí, estoy deseando conocer vuestras opiniones y experiencias, aunque sean diferentes a la mía, creo que podemos sacar mucho aprendizaje en común.

 

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