Hoy en “Mi parto inducido” continuamos con la segunda y última entrega de este desalojo forzoso, (puedes leer la primera pinchando aquí).

…A monitores que me mandaron a las 21:00 h., después de 9 horas de “amigas monitores1prostaglandinas intentado organizar una party de dilatación en mi interior”… aquello, por fin, empezaba a ponerse interesante. Contracción que viene, contracción que va pero, vamos, no eran de las que hacen sudar el bigote (expresión aprendida el día que di a luz a niñamolona, puedes leerlo en “Me parto con mi parto”).

Así que allí estaba yo, repanchigada en la cama con los aparatitos puestos midiendo el ritmo cardiaco del bebé y el de mis contracciones. Unos 30 min después pasé a exploración. ¡Ojo señores! tenemos avances de los buenos: 60% del cuello del útero borrado y 2 cm de dilatación. Se me saltaban las lágrimas de la alegría cuando me dijeron que ya no volvíamos a planta y que nos quedábamos en paritorio. “Oh, happy day…”

Calcularon que nacería a primera hora de la mañana, por fin veía luz al final del túnel. Aquí la cosa ya se empezó a torcer y a no ser nada divertida. A media noche las contracciones empezaron a venir ya más fuertes, bastante seguiditas, cada 3 o 4 min. Y yo aguantando cual jabata y resistiéndome a que me pusieran la epidural, ¿por qué? pues porque la experiencia en mi otro parto fue que con la epidural se ralentizó todo, paré de dilatar, me tuvieron que enchufar oxitocina, el bebé se puso nervioso, había riesgo de sufrimiento fetal, me tuvieron que retirar el goteo… en fin, un infierno que acabó en fórceps y que por nada del mundo quería repetir. ¡Que me habían dicho que los segundos partos eran estupendos!, ¡yo quería mi parto molón!

Pasaban las horas y yo sudaba mi bigote pero aguantaba a base de respiraciones profundas y, ojo al dato, a visualizar animalitos (de verdad, no me preguntéis por qué pero me ayudaba a relajarme, cuando no era un pony, era un conejito o una paloma volando al son de mi respiración profunda y pausada). Entonces mi matrona decidió retirarme el tampón mágico porque aquello estaba ya en “modo fiesta nivel rave”. De vez en cuando asomaban las enfermeras y la matrona para tentarme con la anestesia y alababan mi sorprendente aguante (o, más bien, se asustaban de mi capacidad de masoquismo). Habían drogado ya a todas las parturientas de la planta menos a mí… oye, además de masoca, me creí hasta importante. Estaba en plan SúperWoman hasta que mi matrona tuvo a bien explorarme y me dijo que solo llevaba 3 cm de dilatación. “¿Estás de coña?, ¿para que estoy yo sudando el bigote si no estoy dilatando una mierda?”. (perdonad las expresiones, pero a una parturienta se le permite TODO). Ante mi desesperación me comentó que una inducción nada tenía que ver con un parto espontáneo, que no me preocupara, que la epidural iba a ayudar a que pudiera hacer más cosas como romperme la bolsa, enchufar oxitocina, etc. y que así dilataría y que todo iba a ir bien. Y me dejé, ¿cómo no me voy a dejar? …y ¡menos mal!

Epidural modo on. Me dejan de doler las contracciones. Me rompen la bolsa. Y me encuentro con un problema que la otra vez no tuve: la epidural me deja una sensación de cosquilleo muy desagradable, empiezo a ponerme nerviosa, muy nerviosa, casi no puedo mover las piernas y uffffff… ¡qué mal rato! asoma un ataque de ansiedad. Aguanto como puedo y una hora después suplico que me la quiten o que bajen la dosis o lo que sea. Me hacen caso y empiezo a notar unas contracciones brutales. Ruego que me la vuelvan a poner, lo hacen. Pregunto que cuánto tarda en hacer efecto… ¡media hora! ojú, aquí la masoca arrepentida al habla, ¿en qué momento dije nada?… y, después de resudar el bigote un buen rato, al fin, vuelvo a no sentir las piernas. Marido masajea para que se me pase la sensación de cosquilleo y que no me vuelva la terrible ansiedad.

6:00 h. me exploran… 4 cm y medio. Me faltó echarme a llorar. “¿Qué mierda es esta?, ¿por qué soy tan sumamente mala dilatando?, San Antolín, patrón del 2 de septiembre, ¡apiádate de mí!”. Aquí ya reconozco que perdí la compostura y a marido le rogaba llorando “Quiero irme a casa, llévame a casa, ya no quiero seguir aquí… vámonosss… por favor, llévame a casa” y poco a poco me fui relajando, no sé cómo ni por qué (aquí es donde miro al cielo y guiño el ojo a San Antolín).

8:30 h. marido, que está muy atento a todo y bien se podría haber ganado un título de matrón a esas alturas, se percata de que en el monitor las contracciones no bajan y se lo indica a la matrona. “Uy, vamos a ver”… explora y para mi sorpresa me dice “¡Estás completa!, vamos, vamos que ¡se sale!”. Ahí se me saltaban las lágrimas pero esta vez de alegría, ¡no me lo podía creer! marido se asomó y alucinado, sonriente y emocionado me mira y me dice “Ay, que le veo el pelo a mi niño”.

El parto perfecto

A partir de aquí fue todo PERFECTO. Tanto que compensó absolutamente todo lo anterior, que así contado parece una horita corta pero no, llevábamos casi 8 horas allí de sufrimiento, más otras muchas horas de espera. Estaba asomando tanto que me pedían que no empujara.

En el paritorio se genero un ambiente relajado e íntimo. Hablando todos con delicadeza, “empuja… para” y otra vez “empuja… para”. Lo mejor de todo es que sí podía sentir cómo salía, sin dolor alguno, iba como la seda y, no es por nada, pero servidora estaba haciéndolo de cine (¡Modesto!, ¡baja que subo yo!). Un último empujón y la cabeza estaba fuera. Venía con dos vueltas de cordón así que, con mucho cuidado y delicadeza, lo cortaron, todo con una calma suprema. El bebé lloraba sin haber salido completamente de mí, giró el solito para salir del todo… y ya está, lo pude coger con mis manos para ponérmelo en el pecho. Luego alumbré la placenta que me pareció enana en comparación con la de niñamolona, por cierto. Y miré a mi niñomolón, tan largo y tan delgadito, y flipé de nuevo, como cuando me pusieron encima a mi niña por primera vez. Es una sensación tan increíble que no se puede describir con palabras. ¿De verdad estabas dentro de mí? me sigue pareciendo alucinante.

Se me ocurrió preguntar cómo estaba el tema ahí abajo, ¿algún desgarro?, la respuesta me pielconpieldejó perpleja: “nada, no necesitas ni un punto”. ¡Ni un solo punto señores!, no seré una campeona de la dilatación pero qué arte y qué manera de expulsar tengo, sin romper absolutamente nada. Será que niñoRemolón es también Reconsiderado (él o San Antolín, da igual, ¡gracias a los dos!).

Acabadas las 2 horas rutinarias de piel con piel -que es lo máximo, pedidlo siempre si en vuestro hospital no lo hacen- tuvimos que esperar unas cuantas horitas más porque no había habitación en planta disponible. Así que aprovechamos y estuvimos muy a gustito los tres, mirándole, poniéndole al pecho, acariciándole… valorando el tamaño de su nariz, jajaja… sí, ¡lo hemos vuelto a hacer! yo es que a los recién nacidos, por lo menos a los míos, les veo feitos, feitos, así, con todo el cariño lo digo 😉 Luego le pesaron y le midieron, 2.900 kg y 50 cm. Niñamolona pesó 3.300 kg y midió 51 cm, ¡con razón me parecía un canijo!

Finalmente, puedo decir que ha sido una experiencia muy, muy, MUY MOLONA. Lo que se planteaba como un desastre, por el tema de la inducción, acabó en final feliz, ¿qué digo feliz?, ¡¡¡FELICÍSIMO!!! Así que, amiga mía, tú que me lees, si te van a inducir el parto, no tengas miedo, estáte tranquila y confía. Recuerda que cada mujer es un mundo, cada embarazo es un mundo y que cada parto, como veis, es un mundo.

henacidohoy

Hasta aquí este relato con el que terminamos todas estas semanas de espera y de crónicas preparto en las que me habéis acompañado, me habéis apoyado, animado, nos hemos reído, etc, etc. dirán lo que quieran de la era digital pero os aseguro que me habéis hecho sentir súper arropada y muy bien acompañada. Se os quiere, aunque sea digitalmente hablando 😉

Y, no puedo acabar el post, sin agradecer a mi marido lo maravilloso que es y lo bien que hizo su papel, (papelón); a mi tía Emi, enfermera de profesión, que llegó por los pelos pero que estuvo ahí a tiempo para compartir con nosotros este momento tan bonito y por hacerme el favor de grabarlo todo con el móvil (era un deseo que tenía); y a Lali, a mi matrona Leticia y a todo el equipo de enfermeras, médicos, anestesista, etc. del Hospital Puerta de Hierro de Madrid: Sois estupendos ¡gracias por un parto para no olvidar!

Ahora ya sí, os dejo que mi molón me reclama 🙂

Ya sabéis que os espero, como siempre, en redes: InstagramFacebook y Twitter.

Descárgate La Carta: La Magia de la Navidad

Sabemos que da penita que llegue este momento, pero igualmente puedes convertirlo en un momento especial.

Descárgate el calendario de Adviento

Disfruta del Calendario de Adviento de Educa en Positivo rellenando los siguientes pasos. ¡Qué lo disfrutes!

Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio asumiremos que está de acuerdo.    Más información
Privacidad