Es cierto, una barriguita es lo más apetecible del mundo, todos queremos poner la mano y sentir al bebé que hay dentro. PERO, ¿qué pasa cuando la barriga es nuestra? Ay, queridas mías, ahí la cosa cambia.

A mi no me importaba que mi marido me tocase la barriga, de hecho me gustaba, y también invitaba a mi madre, a mi hermana o a mi amiga íntima a que lo hiciera. Incluso yo misma no paraba hasta el punto de tener pelotillas en todos mis jerséis. Ahora bien, lo que no entiendo es que de pronto -y así sin avisar- venga “mengano” o “fulanita” y se ponga a frotarme la tripa… “mmm… hello??? … ¿le importaría quitarme la mano de encima?” Eso lo digo ahora en plan valiente, claro, en el momento te quedas helada, petrificada, sin capacidad de reacción, vamos que te dejas, sí, sí, te dejas…

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Lo sé, no pretenden sobarme porque sí. En teoría es algo bonito, hay una personita dentro y quieren resultar cercanos, tocar por curiosidad, ternura… ¡pero es que una no está acostumbrada a que le toquen la tripa así!, que sigue siendo la piel de siempre, la de toda la vida, un poco abultada, cierto, pero mi tripa a fin de cuentas.

La primera vez lo pasé incluso mal. Fue violento. Un compañero de trabajo me asaltó en el pasillo y me preguntó qué tal estaba, mientras me disponía a contestar, y así sin avisar, extendió su mano fugaz a traición y me tocó… la barriga.  Yo me quedé paralizada, sin saber qué hacer:

“Es que no es por resultar desagradable pero, sabe usted, no tengo yo mucha costumbre de que me soben la tripa tan alegremente. Que el bebé está dentro, en eso estamos de acuerdo, pero mi sentido del tacto y sensibilidad siguen siendo los mismos de antes”

¡Qué se pongan en nuestro lugar! ¿Imaginas ir tocando la tripa de la gente así de forma indiscriminada? A tu jefe, a tu vecino en el ascensor, a la portera, al carnicero, a tu suegro…

Creo que pedir permiso no es pedir demasiado. Por lo menos que te de tiempo a estar preparada para lo que viene y no te de un escalofrío por la espalda con… con tu suegro (¡juas!)

Inciso: con la lotería es diferente, ¡déjate frotar con cupones mujer! Eso sí, siempre bajo la cláusula “si toca, me llevo el 50 %”.

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